Prueba a mirar a la gente con ojos bondadosos y de amor. A medida que lo hagas, lleva tu conciencia a cualquier tensión u opresión que tengas alrededor de los ojos; sin forzar nada, invita a tus ojos a que se suavicen.
Concentra tu atención en cualquier cambio sutil en la cara, el cuerpo, el corazón y la mente. Percibe las historias que vengan a la mente o cualquier resistencia que surja; permite que crezcan y se disipen sin quedar atrapado en la narrativa.
Observa lo que sucede cuando suavizas tu mirada: mira a tu pareja, a tu hijo o al compañero con ojos bondadosos y de amor. Normalmente no es una experiencia de una sola dirección. La manera en la que miramos a los demás suele influir en cómo nos miran a nosotros, y a su vez en la forma en que nos miramos a nosotros mismos.